jueves, 20 de agosto de 2009
Tocata Dibujada
Un recordatorio de la Tocata Dibujada, que realizamos con el amigo dibujante Carlos López Balló, el pasado 14 de Agosto....
Antent@s! que la repetiremos durante el mes de Octubre, con más (y nuevas) canciones.....
Por mientras, pueden ver y escuchar el repertorio...
Astronauta
Venditas
La Carta
Tiza
Pastel de Dios
Autopista
Guía Triste
Y un par de videos...para que se hagan una idea del "making-of"
Nos vemos en Octubre! entretanto, trabajaremos en nuevas canciones...
miércoles, 3 de junio de 2009
Otra reseña de IALG
por Mowat, desde Berlín, Alemania
Ya veníamos hace meses escuchando sobre la grabación del nuevo disco de Javier Barría; nos contentábamos con uno que otro adelanto vía myspace o imaginando como sonarían en un disco las versiones en vivo que nos mostraba.
Por eso cuando Javier me pide que comente “Introducción a la geometría”, IALG, recién salido de la masterización, no me puedo aguantar las ganas y me es imposible evitar el vértigo mientras me alisto a apretar play.
Pero la sensación que provoca IALG es diametralmente opuesta. La escucha de este disco emociona. A medida que pasan las canciones, se refuerza la convicción de que se está frente a una de las obras fundamentales de uno de los autores clave en la música popular latinoamericana actual.
Y es que para entender bien este disco, hay que hacer una pausa y reflexionar un momento sobre la figura de Javier Barría.
Empezar por cosas evidentes: un cantautor que cuenta con 13 discos editados, que suma mas de 300 canciones escritas; un músico que sorprende con uno de los más impecables y delicados shows en vivo que se pueden presenciar hoy en Chile; un escritor de canciones que hoy toca los puntos altos de nuestra tradición compositiva hispano-parlante.
Un compositor que graba su ultimo disco como parte de un infatigable periplo, y que de manera natural, orgánica, así sin darse cuenta, nos deja sobre la mesa un disco casi perfecto.
Y suena la música: Barría y sus máquinas vivientes.
IALG es un disco programado; secuenciado hasta la saciedad. Y aún así Javier Barría logra hacérnoslo escuchar de una manera tan fluida que llama la atención. Hace recordar al “Debut” de Björk o al “Kid A” de Radiohead, por lo malditamente corto que se hace de escuchar.
No es solo la capacidad de conducción de Javier lo que destaca. La minuciosidad mostrada en la tan acertada elección de cada uno de los sonidos que “son” cada tema, es la muestra del oficio; cualidad adquirida no por chispa genial ni por inspiración innombrable: es el gusto por la belleza acumulado a través del noble acto de escribir canciones.
Musicalmente, Barría comete aciertos grandes en este album; nos sorprende con sentidos e inteligentes giros, que nos llevan por unos instantes a sofisticados paisajes, pero que siempre resuelven a lo justo y escencial.
Es así como se nos muestra la devoción y fidelidad de Barría hacia el formato canción.
De la misma forma es que se trasluce en IALG la soltura y comodidad que ha logrado Javier al momento de componer. Las melodías son instantáneas, diligentes; las armonías, estudiadas, pero muy lejos de enfriarse en lo estéril; ¿y las estructuras?, deliciosas.
Estamos ante el más logrado manejo de la forma y del color en Barría hasta ahora.
Mirando sin pausas nos topamos a las letras del disco. Lejos del mal de los sinonimistas, o de los versos por minuto unidos sin razón aparente, en IALG aparecen las más variadas líricas de Javier. Imágenes de ensoñación conviven con la más delicada cotidianeidad: “...la casa se hace más grande / a la velocidad del anhelo...”, “...el vértigo que dan los entrepisos...”.
Aquí la versatilidad de Barría se hace palpable; en textos que se nos aparecen como evidentes a la vista fácil, pero que permiten, y exhortan, a dobles o incluso triples lecturas.
Estos tres elementos, fidelidad, manejo y versatilidad, son amalgamados en una feliz maquinaria; las máquinas vivientes: IALG.
Y es que la tentación de escribir sobre cada canción, cada detalle, cada esquina, es muy grande. Por lo mismo termino aquí, haciendo un llamado general a todos a descubrir cómo va a sonar la música latinoamericana en la década venidera; en su reproductor de música favorito inserte en este orden los álbumes siguientes: el “1A” de Leo Quinteros, luego “39°” de Lisandro Aristimuño y ciérrelo con “Introducción a la geometría” de Javier Barría.
Buen Viaje.
Mowat, músico y productor chileno afincado en Alemania. Ha trabajado con los músicos nacionales Leo Quinteros y Chinoy
viernes, 29 de mayo de 2009
Cuerdas al aire o La invención de la casa
(Sobre Javier Barría e Introducción a
por Emilio Gordillo, desde Mexico D.F.
Me encuentro atascado en el departamento semivacío de una ciudad fantasmal. El panorama podría ser melancólico: un lavaplatos con loza sucia, mis manos jabonadas, enfrente un vidrio un poco engrasado y, al anverso de él, una azotea con ropas colgadas que se mueven al ritmo del viento del D.F. Afuera hay una epidemia y la gente lleva una suerte de bozal azul en la boca. Hay miedo también. Yo voy hilando ideas y cada cierto tiempo me acerco a la computadora para apuntar alguna palabra nueva. Todo debería llevarme hacia un estado de tensión, pero desde el mismo computador en que se guardan mis palabras fluye el sonido del nuevo disco de Javier Barría, Introducción a
La primera vez que escuché el trabajo de Barría fue una de aquellas casualidades en que acontece la suerte de un encuentro. Yo volvía desde Buenos Aires a intentar recuperar la misma casa que en una sensación de hastío me llevo a escapar de Santiago un año antes. Ese día, buscando la casa, entre un optimismo exagerado y la resignación, partí hacia el Centro Cultural España.
Yo creía que iba a ver a otra banda.
Javier Barría se presentaba aquel día como un número anterior al plato fuerte, una banda de rock chilena (no digo chileno). Estaba solo y de pie, delgado y con una polera a rayas. Comenzó a construir secuencias con loops haciendo gala de una seguridad que de inmediato me hizo focalizarme totalmente en lo que hacía. Para mi no era algo nuevo pues había asistido a un concierto donde Lisandro Aristimuño echaba mano del mismo mecanismo mientras el dibujante Liniers pintaba un gran lienzo. Pero lo de Barría era distinto. Construía una base mucho más compleja, rebosante de distintos tipos de percusiones y armonías, me encantó el sonido que lograba sacar a las plumillas con el loop.
Y claro, luego vino la voz. Y las perfectas y sencillas canciones. Pero no hablemos aún de eso.
Ese día me fui a la mitad de la presentación del plato fuerte. La armonía musical de Barría se quedó conmigo hasta el regreso, me hizo sentir en casa y la banda de rock chilena me hizo sentir que quería volver a mi casa. Me fui con letras potentísimas en la cabeza, forzándome a no olvidarlas, letras repletas de poesía y síntesis: Quien tiene huesos de cristal / entiende la estructura prometida, por ejemplo. O Dejó un luto que yo escondo / y ahora las curvas me pertenecen. O Antes libre / lado y lado del cassete. Segmentos de Corté Cuerda, o Envases, canciones que hasta entonces yo no sabía se llamaban así. Me fui del Centro Cultural España con la sensación de que había visto algo importante, importante como las cosas íntimas, lo que se asimila y se vuelve propio, una variación de la casa. Busqué sus canciones en Myspace y Lastfm.
La apertura de Introducción a
La segunda vez que vi a Barría, fue en el ya mítico Samobar de Rasputín, aquel bar de Santa Isabel que ya es como una casa para Javier. Invité a una amiga mexicana que quería conocer lo que se hacía en Chile. El bar estaba lleno, Barría estaba sentado, alentaba a los cantautores invitados a telonearlo, una camada de músicos que pronto darán también sus frutos. Javier dio un concierto impecable solo con una guitarra acústica y su voz. Aplaudimos, el concierto terminó, nos pusimos de pie y nos fuimos. Cuando salíamos Barría se despidió de nosotros con un gesto amable y una sonrisa, como invitándonos a volver. Apuesto que ni él mismo lo recuerda. Yo entonces solo había escuchado su música.
Me he sentado frente al computador, acaba de pasear por mis oídos Cortinas Naranjas y una suerte de arte poética de Barría: Sábado Solo: Mi canción de sábado en la noche se viste así / la promesa de un día por llegar. Un obseso de las formas se encierra con sus guitarras a escudriñar sonidos, ensoñaciones y diez años pasan como un soplido, la cercanía de una madurez musical cercana a los treinta años llega. Un músico recolecta frutos sonoros. Yo lo imagino entre discos de Melero y Cerati, Charly García, Spinetta y Fito Paez.
Antes de seguir es necesario decir que quien escribe, antes de ser escritor, es algo así como un músico frustrado – aunque yo preferiría decir en potencia -. En
Y luego el disco realiza un giro brusco hacia la quietud, hacia un sonido más acústico. Venditas vuelve a poner en relieve la prístina guitarra acústica y suave voz de Barría y lo hace regresar a las formas de la balada. Luego viene el equilibrio perfecto de Té y una canción que ya forma parte de mi banda sonora:
Santiago de Chile. La tercera vez que vi a Javier Barría fue mucho más afortunada. Lo invitamos a tocar en la presentación de Revista Contrafuerte. Él accedió amablemente. Realizó una flamante interpretación con pedales. Algo raro sucedió. La gente hablaba fuerte. Hay un invento extraño llamado rock chileno que a veces se confunde solamente con guitarras estridentes que se imponen ante los oídos por la fuerza. No es suficiente con un auditor anestesiado para escuchar a Barría, mucho menos en vivo – que es donde llega a grados de intimidad total -. Es necesario algo que sí encontré entre tanta aparente pedantería bonaerense: esto es: prestancia. La disposición del escuchar. Su voz, por ejemplo, me recuerda ciertas inflexiones del susurro. Me recuerda la tensión e intensidad de Joao Gilberto o Jorge Drexler, voces que se juegan la vida en un límite difícil, en el susurro, y para disfrutar aquel susurro no hace falta más que escuchar, no en vano Barría formó parte de Os Desafinados, él sabe lo que se juega en el susurro. Terminada la presentación invité un grupo de gente a mi casa pues era mi cumpleaños, entre ellos iba Barría. En algún momento nos sentamos, yo al teclado, él con una guitarra, entonces arremetí con los acordes de Total Interferencia, una vieja y poco conocida canción que Charly García compuso junto a Spinetta, Barría se entusiasmó. Le pedí si me mostraba los acordes de Corté Cuerda. Se río y dijo que la trampa de la canción eran las cuerdas al aire.
Aire parece salir desde el parlante con Foto Movida. El disco comienza alejarse lentamente otra vez del formato acústico y me detiene en los sonidos oscuros de Capital, cercanos a las progresiones menores de adaptaciones pop del tango, inevitable no volver a No Soy un Extraño, pero inevitable, también, no pensar en Radiohead en el extendido letargo melódico que cierra Acantilado: Volverá a hacerme bien o hacerme mal, dice la letra, y es esto lo que se juega al reinventar la casa amasando formas disímiles y aparentemente ajenas para lograr lo que hace todo verdadero artista en la alquimia, esto consiste en crear su lenguaje, su sello propio mediante formas que ya se han usado hasta el cansancio. Barría ya ha creado su impronta en tantos años de oficio.
Finalmente el viaje hasta la casa llega a su fin, el disco cierra con Geometría, su entusiasta base rítmica, teclados cósmicos y generosos rasgueos abiertos en la guitarra. Sé que vendrás a embellecer la ciudad, dice la letra al abrir la canción. Yo pienso que la ciudad ha cambiado, la casa ha cambiado y solo me siento con deseos de estar ahí, encontrarme a Barría tocando en vivo en algún barcito y tal vez, solo tal vez, preguntarle si me muestra esos acordes donde la trampa son las cuerdas al aire. Yo le diría que ya entendí en qué consiste la casa nueva o el cuarto nuevo de la casa. Ni rock ni folklor, le diría. Pop del bueno.
La loza sucia sigue ahí, los ecos oscuros del departamento vacío parecen querer apropiarse otra vez del espacio. Afuera sigue el silencio y la epidemia. “Me siento parte de una generación de músicos que hacemos cosas en la casa”, decía Barría en una entrevista. Yo me he llevado la feliz sorpresa de que su primer trabajo en estudio no aplacó la intensidad calmada de la voz y guitarra de este músico, tampoco la intimidad y sensibilidad de su trabajo. Afuera sigue la epidemia. Yo vuelvo a poner la primera canción de Introducción a
Emilio Gordillo. México D.F. Abril 2009
lunes, 27 de abril de 2009
habemus disco!
Con orgullo les cuento que acabo de terminar mi nosecuanquegésimo disco...pero disco nuevo al fin y al cabo.
Lleva por título “Introducción a
La placa está formada por 11 canciones inéditas, algunas de las cuales ya he estrenado tanto en vivo como por mi página de myspace, en forma de maquetas. Desde esta semana se podrá escuchar en esa página el primer extracto “oficial” del disco, la canción “La misma madera”.
A medida que pasen los días publicaré el tracklist completo, e iré subiendo más canciones, cosa de que el disco ya se les haga familiar para su fecha de lanzamiento.
Cabe destacar que este es mi primer trabajo editado con el apoyo de un sello (Infanta Terrible), por lo que será más fácil acceder a él, a través de las plataformas tradicionales (disquerías, etc).
Nos vemos pronto…y gracias
J.